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Entropía y sistemas de gestión de riesgos: el arte de contener el desorden

 

Hay un principio fundamental que rige no solo el universo físico, sino también el universo empresarial, social y organizacional: la entropía. Aunque proviene de la termodinámica, la entropía —esa tendencia natural hacia el desorden— tiene mucho que enseñarte sobre cómo diseñar, implementar y sostener un sistema de gestión de riesgos y seguridad verdaderamente efectivo.

 

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¿Qué es la entropía y por qué debería importarte?

En su definición clásica, la entropía mide el grado de desorden o incertidumbre dentro de un sistema. Es el principio que explica por qué las cosas, si no se intervienen, tienden a desorganizarse: una habitación se desordena sola, los archivos digitales se acumulan, los procesos operativos tienden al caos, y las decisiones se vuelven más vulnerables con el tiempo si no hay estructura.

En la gestión de riesgos y seguridad, la entropía se manifiesta cada día. Cada nuevo activo, cada actor involucrado, cada cambio en el entorno, introduce una dosis de incertidumbre y complejidad. Y si no haces nada al respecto, ese desorden no solo crecerá… te devorará.

El riesgo como producto de la entropía organizacional

Un sistema sin controles tiende naturalmente al desorden. Esa es la base de la segunda ley de la termodinámica. Ahora tradúcelo a tu mundo:

  • Un equipo sin roles ni protocolos claros genera decisiones erráticas.

  • Una infraestructura sin mantenimiento va directo al deterioro.

  • Una política de seguridad mal comunicada se convierte en letra muerta.

  • Una organización sin un sistema de gestión de riesgos está en manos del azar.

La gestión de riesgos es, en esencia, un conjunto de estrategias para contener, mitigar o revertir la entropía dentro de tu operación. Cada control, cada procedimiento, cada monitoreo, actúa como una barrera frente a ese desorden inevitable.

Seguridad: la lucha constante contra la entropía

En seguridad, hablar de entropía es hablar del deterioro progresivo de los controles si no se revisan, de la pérdida de atención en lo esencial, de la relajación de hábitos seguros.

Un sistema de seguridad que no evoluciona, que no se adapta a los cambios del entorno, que no integra nuevas tecnologías o que no revisa sus indicadores, está condenado al fracaso. Porque el desorden —el riesgo— no se elimina, solo se transforma si no lo detienes.

Lo has vivido: una empresa instala cámaras, contrata personal de vigilancia, diseña un plan de evacuación... y lo guarda en un cajón. Sin mantenimiento, sin entrenamientos periódicos, sin simulacros. ¿Resultado? Alta entropía. Alta vulnerabilidad. Alto riesgo.

 

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Cómo diseñar sistemas de gestión que resistan la entropía

Aquí es donde entra tu rol como profesional de seguridad y riesgos. Tu trabajo no es solo diseñar controles, sino crear sistemas vivos, dinámicos, autorregulados, capaces de resistir el paso del tiempo y el desgaste natural. Para eso, te propongo tres principios clave:

1. Retroalimentación constante

Un sistema que no se escucha a sí mismo pierde precisión. Diseña métricas, KPIs y tableros que permitan identificar en tiempo real cuándo un proceso está perdiendo eficiencia o seguridad. No esperes la crisis para reaccionar. La entropía no avisa.

2. Redundancia inteligente

En sistemas complejos, la redundancia no es un lujo, es una necesidad. Asegúrate de tener planes B, C y D, roles de respaldo y sistemas alternativos. La entropía puede tomar una vía inesperada, y ahí es donde la resiliencia estructural marca la diferencia.

3. Cultura como sistema inmunológico

Los sistemas de gestión son tan fuertes como la cultura que los sostiene. Si tu gente no entiende los riesgos, si no interioriza la importancia de los protocolos, si no se siente parte del sistema, no hay software, hardware ni auditoría que te salve.

La cultura organizacional es el gran antídoto contra la entropía. Trabaja en ella.

Entropía positiva: cuando el caos es oportunidad

No todo desorden es malo. A veces, la entropía es el aviso de que necesitas cambiar. Una alerta de que un proceso ya no sirve. Una señal de evolución. Aprender a leer el desorden también es una habilidad clave en tu rol.

La entropía, bien gestionada, puede ayudarte a innovar, a pensar diferente, a anticiparte. Pero si la ignoras, ella te pone la agenda.

Cierre: tu rol como arquitecto del orden

Cada vez que diseñas un sistema de gestión, estás construyendo un antídoto temporal contra el caos. Tu objetivo no es eliminar el riesgo —eso es imposible—, sino mantenerlo dentro de márgenes aceptables, manejables y previsibles.

Aceptar que la entropía existe es aceptar que tu trabajo nunca termina. Pero también es entender que tu valor está en esa capacidad de mantener el equilibrio entre orden y complejidad, entre control y adaptabilidad.

Porque al final del día, en gestión de riesgos y seguridad, tú no solo gestionas procesos: gestionas el desorden para que no se convierta en crisis.